Pero bueno, hecha esta aclaratoria y pedidas estas excusas, copio aqui el blog que escribí hace unos días, cuando se me quedó mi libro en la casa...
Que dificil es conciliar la vida cotidiana con la vida ideal. No es sólo que el día a día no nos da tiempo de hacer lo que queremos, sino que no nos da tiempo de vivir como queremos.
Todo requiere cierta planificación y aquellos que nos conocen pueden atestiguar que ese no es nuestro fuerte como familia. ¿Cuánto tiempo se van a quedar viviendo en Bogotá/Buenos Aires/Miami? No lo sabemos. ¿A dónde se irán después? No lo sabemos. ¿Dónde quieren vivir? No lo sabemos.
Podemos diseñar estrategias de comunicación para enfrentar posibles crisis de los clientes, podemos planificar el trabajo de la oficina, ¿pero nuestra vida?, eso no.
En el caso concreto de nuestra vida en Barcelona sentarnos a planificar un futuro concreto es casi imposible. Para nosotros, digo. A lo mejor otros, en nuestras circunstancias, no podrían vivir sin planificar.

Hay un tema en concreto que nos atormenta o más bien, nos persigue, desde hace tiempo: el tener un lugar propio. Ustedes dirán, pero es que tener un lugar propio no es compatible con la vida de gitanos que ustedes llevan. Precisamente. En cada país que hemos estado, hemos visto lugares para comprar. Nos decimos que siempre puede ser una inversión cuando nos vayamos, pero luego la perspectiva de administrar el alquiler de un lugar y pagar hipoteca a distancia nos desanima. Y es que si uno sabe que no va a estar en un lugar más de dos años tampoco vale la pena.
Y así estamos ahora, con la pequeña diferencia que aquí no tenemos fecha de partida. Lo que no significa que nos vayamos a quedar a vivir aquí…
Pero además, tampoco tenemos trabajo estable, lo que dificulta un poco la obtención de una hipoteca.
Pero el tema de este blog era otro, aunque no lo parezca porque ya va medio blog…
Y es que cuando pensamos en un lugar propio, o en cualquier otro lugar al que nos vayamos después de éste donde vivimos ahora, no logramos decidir si sería en la ciudad o en las afueras.

Pero para los niños, vivir en las afueras significaría tener un patio, o mejor aun, un jardín. Y más libertad en general para ir caminando al colegio y demás. Y esto no son especulaciones, cada vez que vamos a Vilanova sentimos que ellos son felices y Manuel nunca se quiere ir.
Y además está el tema de las escuelas. Barcelona está saturada y nuestro caso es una prueba de ello (si no sabes de qué hablo busca el blog anterior sobre el calvario de las escuelas). Sin mencionar que el alquiler sería mucho más barato.
Yo siento que quizás durante sus años de infancia deberíamos vivir en un lugar para ellos, pero no logro superar el rechazo a lo que los ingleses llaman el "commuting" o sea, el viajecito diario.
¿Y Yolanda?, pues estaría igual de bien. Posiblemente habría que venir a Barcelona de vez en cuando a los médicos y así, pero nada que no se pueda manejar.

Así que ese es el dilema que ocupa ahora nuestras vidas. Mudarnos a un lugar con jardin, lo que implicaría salir de la ciudad y ver a nuestros hijos jugar felices mientras nosotros hacemos viajes diarios de tren calándonos los retrasos y los apurruños.

Pues yo voto por hacer el viajecito diario y que tus hijos tenga más calidad de vida o es que tu cuando eras pequeña no tenía un jardín donde jugar?, además creo que no se tienen que ir tan lejos como para disfrutar de las dos cosas, cercanía y la calidad de vida de estar en un pueblecito.
ResponderEliminarYa teníamos pendiente que nos visitaran a Esplugues. Yo no tengo jardín pero una vida de pueblo que no cambiaría por una cercanía al trabajo.
Saludos,