lunes, 13 de abril de 2009

¡Adeu everybody!

Yo no se si en el largo plazo Manuel seguirá tan feliz como está ahora, pero verlo disfrutar de sus primos, de sus abuelos y de sus tíos como lo está haciendo es una delicia. Manuel era el que más me preocupaba con la mudanza. De nuestros tres hijos, es el único que se da cuenta... o por lo menos el único capaz de expresarlo.

Los primeros días después de la llegada, en Barcelona, no hacía sino preguntar que cuándo iba a empezar el colegio. Obviamente, estaba harto de nosotros y de sus hermanos. Pero luego descubrió Vilanova y el mundo de la familia. Toda la familia de José (papá y mamá, tres hermanos y una hermana con sus respectivas parejas e hijos, tíos, primos, hijos de los primos, etc.) viven en Vilanova, un pueblo de 50.000 habitantes a 40 minutos en tren de Barceona. La primera vez que fuimos a pasar el fin de semana se quedó cuatro días. Así de simple. Un tío lo invitó a dormir en su casa y al él le pareció estupendo. Al día siguiente, la abuela lo invitó a quedarse en su casa, aún mejor. La semana siguiente, el mismo tío nos fue a visitar en Barcelona y se lo llevó con él a Vilanova hasta el día siguiente. Dos días más tarde volvimos a Vilanova porque había fiestas varias el fin de semana. Total, que de las dos semanas que llevamos en Barcelona, Manuel ha pasado más tiempo en Vilanova que en Barcelona. Y él está flipando, como dicen aquí. Le encanta tener primos con quienes jugar. Le encanta la idea de poder jugar en la calle. Le encanta aún más poder quedarse a dormir en casa de alguien diferente cada vez. Disfruta mucho el tiempo que comparte con su abuela, y está descubriendo tíos muy cheveres.

Además, por alguna razón desconocida, se han organizado muchas reuniones familiares ultimamente. Primero, fue los huevitos de Pascua. Aqui tengo que aclarar que en España no se buscan los huevitos de Pascua como se hace en Venezuela o en Miami, así que ésta reunión la organizamos nosotros para que Manuel no lamentara tanto perderse los huevitos de Pascua de su colegio que eran tres días después de nuestra partida. Al dia siguiente había una cachapada (para los que no conocen el término, cachapa es como una panqueca de maíz que se come con queso blanco fresco. ¡Delicioso!). El fin de semana siguiente, los padrinos le entregaban la mona a sus ahijados (la mona es un ponqué o una figura de chocolate que todo padrino le regala a su ahijado para que se la coma al día siguiente. No me pregunten por qué el ahijado tiene que esperar hasta el día siguiente, pero eso me dijeron). Y la madrina de José organizó una repartidera de mona masiva, porque entre ella y su esposo tienen como ocho ahijados en la familia. Y al día siguiente hubo una fiesta de cumpleaños de una prima.

A todas estas, no sólo Manuel ha disfrutado un mundo, Yolanda y Jorge no se quedan atrás. Hay que aclarar que mis hijos heredaron todos la disposición al show business de mi abuela Cecilia (mi adorada abuelita trabajó toda su vida en radio y televisión y aún, con 95 años, hace cine, radio de vez en cuando, da entrevistas y no se pela la oportunidad de montar un show en cualquier fiesta). El hecho es que los tres se deben a su público y les encanta ser el centro de atención. Ni que decir tengo que en estas reuniones familiares, han tenido la mejor oportunidad de desplegar todos sus encantos. Y lo han hecho a cabalidad. Yolanda ha repartido besos y abrazos a diestra y siniestra y ahora le dio por exhibir su panza (una barriga muy grande que tiene) para que uno le haga cosquillas. Jorge anda en un estado de excitación pura constante. Corre por todos lados y grita "holaaaaaaa" a todo el mundo que se encuentra en el camino. Además, ha descubierto los trenes y cada vez que ve uno (a cada rato si contamos el metro, el tranvía y los trenes regionales) grita "¡teeeeeeeeen!" y saluda con las dos manos.

Ya Manuel empezó a usar las expresiones que usan sus primos. Ahora dice "que chuli" en vez de "que chévere" o "que cool" que usaba antes. Ya dice "vale" al final de algunas frases. Todavía dice muchas cosas en inglés, pero ya se dio cuenta de que no puede jugar en inglés como hacía en Miami, porque sus primos no lo entienden. Y el catalán aparece por ahí de vez en cuando.

Hoy cuando nos despedíamos de todo el mundo en la fiesta, Manuel gritó lleno de felicidad "¡Adeu everybody!"

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