domingo, 12 de abril de 2009

Ya tenemos apartamento… digo piso

No teníamos mucho tiempo para ver apartamentos. Cuando planificamos la llegada a Barcelona, alquilamos un apartamento de temporada por tres semanas pensando que ese era tiempo suficiente para encontrar algo. En realidad, la idea no era buscar mucho. Teníamos apuro por tener una dirección definitiva porque en este país no se puede hacer nada antes de estar empadronado, es decir, antes de registrarse con las autoridades municipales. Y para empadronarse hay que tener una dirección. Una vez empadronado, puedes inscribir a tus hijos en un colegio, registrarte en el sistema de salud, y especialmente importante, nosotros podremos registrar a nuestra hija Yolanda para que reciba la atención que necesita.

El hecho es que no calculamos que teníamos la Semana Santa en el medio. Y en este país, en Semana Santa no trabaja NADIE. No hay nada abierto, con excepción de algunos restaurantes. Así que vimos todo lo que pudimos ver entre lo que estaba disponible dentro de nuestro presupuesto en los días previos a la Semana Santa. Pero no puedo decir que hayamos visto mucho. La mayoría de los apartamentos que llamamos por anuncios en internet estaban ya alquilados, otros nunca respondieron el teléfono y en la mayoría de las fincas que fuimos (fincas inmobiliarias son las oficinas de agentes inmobiliarios) no había casi nada que nos sirviera.
Cuando llegué a Miami (primero escribí Estados Unidos, pero después lo cambié por Miami, porque no es lo mismo…) me sorprendió que todos los agentes inmobiliarios (o realtors) compartían la información de las propiedades disponibles. Hay una base de datos a las que los realtors tienen acceso y allí buscan lo que necesita el cliente. Si el cliente toma una propiedad que lleva otro realtor, se comparte la comisión. Por lo tanto, lo único que diferencia un realtor de otro es el servicio, no las propiedades que maneja. Al principio me pareció muy extraño, pero luego me di cuenta de que el que gana es el cliente. O en todo caso, esa es la teoría.

En España no funciona así. Cada finca inmobiliaria tiene su cartera y al cliente le toca ir de finca en finca busando lo que necesita. Se imaginarán que con los tres niños pequeños caminando por Barcelona no podíamos ponernos a buscar fincas. Nos parábamos en las que encontrábamos por el camino, pero ninguna nos sirvió de mucho. Lo bueno, es que desde el principio decidimos la zona en la que queríamos buscar y eso nos facilitó mucho la vida porque no fuimos de aquí para allá por toda Barcelona, sino que nos movimos por una zona relativamente pequeña.

Antes de mudarnos a Barcelona me parecía difícil que un apartamento de 100 metros tuviera 3 habitaciones. Cuando empezamos a buscar en internet no podía creer que anunciaran apartamentos de 60 metros con 3 habitaciones. Luego me di cuenta de que el estándard de 3 habitaciones era 80 metros. Requirió un trabajo psicológico arduo aceptarlo. Vimos uno de 108 metros y casi que firmo la oferta en el momento, si no es porque José me pidió que esperáramos. El alquiler era un poco alto y no incluía gastos de mantenimiento, que había que pagar por separado y además, el apartamento estaba completamente vacío por lo que había que hacer una inversión importante para equiparlo. Pero a mi me encantaba la ubicación y la distribución del apartamento.

Luego vimos otro que quedaba en un edificio maravilloso. Tenía piscina, parque infantil y cancha de basquet y además el alquiler estaba dentro del presupuesto y si incluía los gastos de mantenimiento. Aun no había entrado al apartamento y ya lo quería…aunque fuera de 80 metros. Pero luego entré en el apartamento y dejé de quererlo. Sentí claustrofobia al entrar, los muebles se amontonaban en la sala y el comedor y los cuartos eran mínúsculos y también estaban completamente cubiertos de muebles. Y se alquilaba amoblado…

Y entonces sucedió el milagro. Apareció en internet: 160 metros cuadrados, cuatro habitaciones y a tres cuadras de la playa… pero estaba amoblado. A estas alturas ya tenía miedo de los amoblados, había visto otro que tenía unos muebles con los que no se podía vivir, así que a estas alturas prefería amoblarlo yo. Pero sucedió el milagro de la conformidad. No los hubiera comprado, pero eran perfectamente vivibles. Y además, tenía muchas gavetas y mucho espacio para guardar cosas. Y ERAN 160 METOS CUADRADOS! Aun no hemos firmado el contrato, pero ya hicimos la reserva. Gracias a la Semana Santa, tenemos que esperar hasta la semana que viene para firmar.

2 comentarios:

  1. Mayamita,
    puedo entender que tu comentario lo que busca criticar entre líneas son las vacaciones de Semana Santa y déjame decirte que eso es injusto y salvaje. Por andar criticando las vacaciones de Semana Santa los muebles estarán apolillados!

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  2. Infecto! Si están apolillados te mando una cajita llena de polillas porcorreo para que tu maravilloso apartaco en Bogotá se te llene de ellas!¿Cómo te trata la Circunvalar?

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