martes, 28 de abril de 2009

Mi hijo el cuatriboleao

Finalmente estuvimos listos para matricular a Manuel en el colegio. O sea, ya estábamos empadronados, ya teníamos el título de familia numerosa, las tarjetas sanitarias, los certificados de nacimiento (a falta de libro de familia que debe llegar al consulado de Miami en algún momento para que nos lo envíen a España), y ya yo tenía el NIE. Así que nos fuimos al departamento de educación y metimos la solicitud. Para mi sorpresa me dijeron que volviera en dos días para que me dijeran dónde había cupo. Para mi aún mayor sorpresa, en dos días ya teníamos colegio para Manuel. No es de los que quedan cerca de la casa porque no había cupo, así que nos toca caminar como 25 minutos o ir en metro.

Total que el jueves fuimos al colegio, lo matriculamos, pagamos la comida, los materiales y los paseos y conocimos al tutor, que es como el profesor guia. Se llama Toni y es un muchacho joven muy simpático. Cuando digo joven quiero decir que está en sus treinta...

La secretaria del colegio (que por supuesto se llama Nuria como el 80% de las mujeres catalanas) nos atendió muy bien y tenía la información de Manuel a mano (sigo sorprendiéndome). Lo que no me sorprendió fue que nos empezara a pedir documentación que nadie nos había dicho que necesitábamos, como un certificado de convivencia que emite el Ayuntamiento. Pero fue tan amable como para dejarnos matricularlo a pesar de los documentos que faltaban.

Entonces nos preguntó que cuándo queríamos que empezara y nosotros le preguntamos a Manuel. Y él dijo "mañana", o sea el viernes. Luego nos preguntó si iba a almorzar y a quedarse todo el día y nosotros volvimos a preguntarle a Manuel y él dijo "si".
Y aquí viene la explicación del título de esta entrega, y es que aquí el colegio es hasta las 5pm y la comida es del comedor del colegio. Querer empezar inmediatamente, y estar dispuesto a quedarse todo el día, así sin anestesia, me pareció admirable (claro, prefiero no pensar que puede ser simplemente que Manuel está harto de nosotros y de andar para arriba y para abajo con sus padres caminando todo el día). La secretaria se mostró sorprendida, y algunos familiares pensaron que era muy fuerte para él, pero nosotros respetamos su decisión y lo llevamos al día siguiente.

Iba todo emocionado, pero yo podía ver que también estaba un poquito aprensivo. Cuando entramos y se unió al grupo de su salón inmediatamente lo rodearon los demás niños. Y ahí si que puso carita de angustia. Nos fuimos con el corazón arrugao. Pasamos todo el día pensando en él y pendientes del teléfono por si acaso había que irlo a buscar temprano. Pero no, a las 5pm estábamos en la puerta, emocionados como si estuviéramos esperando a un novio. Y salió feliz. Toni dijo que era un muchacho muy espabilao. Manuel nos contó que todas las niñas de su salón eran lindas y nos dijo con mucho orgullo que todas le habían hablado. Qué cómo se llamaban? Una se llamaba Nuria por supuesto y tres se llamaban María.

Que orgullosa me siento de mi hijo, carajo!

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