martes, 12 de mayo de 2009

Los colegios, ¡ay los colegios!

La ocupación principal de esta última semana ha sido la inscripción en guarderías y colegios de mis tres hijos. Ha sido un proceso complicado, pero enriquecedor. He aprendido mucho de cómo funciona el sistema educativo Catalán, aunque no estoy segura de haber llegado a saber cómo saltarme las burocracias.

A pesar de que mi intención era ubicar a mis tres hijos en el mismo colegio, lo que parece es que van a estar en tres diferentes!

Manuel ya entró en el único en el que le consiguieron cupo cerca de la zona donde vivimos. Digo "cerca", y no "en la zona", porque en los colegios dentro de nuestra zona no había nada disponible. Nos queda a media hora caminando de la casa o a dos paradas de metro. Al principio no me pareció tan lejos, pero luego de dos semanas de llevarlo y traerlo todos los días, se me hace lejísimo. Sobre todo cuando tengo dos colegios a una cuadra de mi casa...

Lo que ahora nos toma una hora, podría tomarnos 15 minutos. Ahora no importa tanto, porque no tenemos horarios fijos, pero si algún día conseguimos trabajo, será un problema. Por eso, estamos tratando de ubicarlo en otro colegio, más cercano, para el año escolar que empieza en septiembre.

Y Yolanda parece ser la fuerza motora que lo puede halar. Resulta que como ella tiene discapacidad, es mucho más fácil que entre al colegio de nuestra elección. Digo que es más fácil, nada garantiza que va a ser así... Y una vez que ella esté adentro (si es que entra), es más fácil que Manuel entre, eso sí, cuando haya puesto... y eso no es nada fácil, porque la planta educativa de la ciudad está saturada, igual que su presupuesto. Hay muchos casos de niños que terminan matriculados en colegios fuera de su zona (como Manuel o peor). Por lo que me contaron los directores de los colegios que visité, se pre-inscriben más de 70 niños para un curso de 25.

El proceso de Yolanda es diferente al de los demás. A ella la evaluaron en el equipo de asesoramiento y orientacion psicopedagógica del departamento de Servicios Educativos de la Generalitat (el EAP). Ellos hacen un dictamen que se usa para su escolarización. En teoría, nosotros escogemos el colegio al que queremos que vaya, la pre-inscribimos y el EAP se encarga de que entre en algún colegio, tomando en cuenta como primera opción nuestra selección. Para eso, fui a visitar cuatro escuelas. Me enamoré de dos, especialmente de sus directores. En esas cortas visitas, me di cuenta de que con los recursos que tienen y el entorno que los rodea, estas escuelas se diferencian por el personal que las dirige y las conforma. Mis dos escuelas preferidas coicidieron con la recomendación del EAP y sus directores fueron las personas más amables y más comprometidas que encontré. Como es lógico, son las dos escuelas más solicitadas en los procesos de pre-inscripción. Lo que me da cierta esperanza es que las escuelas tienen la obligación de aceptar a dos niños con discapacidad por curso y me dio la impresión de que mi escuela preferida no tenía sino a uno en el nivel de Yolanda. Pero no estoy totalmente segura. Lo que si es seguro es de que no tienen ni un puestico en el nivel de Manuel. Sólo si un niño se retira podría ser que entrara. Claro, contando con que Yolanda ya esté adentro. Pero igual, presenté la pre-insripción de Manuel junto con la de Yolanda. Pensamiento positivo. La Ley de la atracción. Algo de eso tiene que funcionar.

Luego está el caso de Jorge. Resulta que hasta los 3 años no entran en las escuelas, sino que van a guarderías. Ninguna escuela tiene guardería. Así que no hay forma de que, al menos este año escolar que viene, estén los tres en el mismo lugar. El proceso de Jorge ha sido menos tortuoso pero igual de incierto. La guardería pública queda literalmente a dos minutos caminando, pero para variar, está llena. Y es más difícil, porque Jorge entraría ya en el último año. Y como el proceso de pre-inscripción es largo, no sabremos sino hasta junio si entró o no. Y si no entra, tendremos que ponernos a buscar guardería privada por la zona. Lo que no es fácil tampoco!

El día que abrió el proceso de pre-inscripción en la guardería, llegué yo de primera a la puerta del colegio. Cargaba conmigo un sobre lleno de todos los papeles que pensé que me podrían pedir, y los que no también. Me sorprendió ver que no había nadie haciendo cola. Yo esperaba encontrarme una fila de madres y padres desesperados por ser los primeros en inscribir a sus hijos. Algo así como cuando uno iba a comprar entradas de estudiante para el festival de teatro en el Teresa Carreño (perdonen los que no entiendan la referencia, pero sólo imagínense hordas de estudiantes acampando a las puertas de un teatro para comprar las mejores entradas a docenas de espectáculos a precios preferenciales). Pero no, yo entré solita y con mi sobre bajo el brazo, para enterarme 10 minutos después, bajo la paciente mirada de la directora del centro, que yo debía retirar el sobre con la planilla de inscripción y los requisitos, para luego entregarlo completo en la guardería dentro de los 10 días siguientes. Todas las solicitudes serían consideradas sin importar el orden de llegada. Casi que pidiendo perdón por mi absoluta ignorancia, recogí todos los papeles que había desplegado sobre el escritorio, me levanté con mi tercermundismo a cuestas y me fui a mi casa (Obviamente, para descubrir que me faltaban documentos que me ha tomado una semana conseguir).

Y es que el sistema de admisión es por puntos. Te dan puntos si tus padres trabajan en el centro o si tienes un hermano o hermana ya estudiando allí, te dan puntos por vivir en la zona inmediata al centro, puntos por ser de familia numerosa, puntos por renta disminuida (que no tengo idea de qué es ni tiempo de averiguarlo), puntos por discapacidad en la familia, puntos por enfermedades raras, en fin, te dan el puntaje que te toca y los que quedan empatados se sortean.

Así que me queda por lo menos mes y medio antes de saber cuál será el recorrido matutino a partir de septiembre.

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