martes, 7 de abril de 2009

Bienvenidos a Barcelona

Antes de empacar, José y yo decidimos llevar la menor cantidad de equipaje con nosotros, porque ya bastante complicado es viajar con tres niños pequeños. Así que apartamos ropa para cinco días para los cinco y dejamos dos maletas grandes y una pequeña de mano. El resto de la ropa y las demás maletas se fueron con la mudanza por barco. Con eso íbamos a vivir las cinco semanas que, en teoría, tarda la mudanza en llegar a Barcelona. El problema fue que a la ropa para cinco días se le añadió ropa que yo me compré antes de irme, ropa que José se compró, una bolsa de ropa que le regalaron a Yolanda, todos los equipos de audio, fotografía y video de José y cualquier otra cosa que se nos hubiera olvidado mandar con la mudanza. Total, que llegamos al aeropuerto con las dos maletas a reventar, la maleta pequeña de mano y un morral de excursionismo que supuestamente se quedaba en Miami. Las dos maletas tenían un sobrepeso de 30 libras una y de 20 libras la otra... como teníamos derecho a ocho maletas terminamos comprando dos bolsos grandes para balancear el peso. Así que ahí estábamos, en las taquillas de check in que están casi en la calle del aeropuerto, pasando calor, vaciando maletas de cualquier manera para no tener que pagar el monto absurdo que nos querían cobrar por exceso de equipaje.

El viaje a Barcelona desde Miami fue menos malo de lo que esperaba. Fue un vuelo nocturno y los niños durmieron casi todo el vuelo a Madrid. Yo llevaba a Jorge, el más pequeño, en las piernas, y como se movía a cada rato, no logré dormir ni un poquito. Lo bueno fue que el avión tenía pantallas individuales y una selección variada de películas bastante recientes. Por supuesto, yo no había visto ninguna (con tres hijos pequeños, sin ayuda en la casa ni familia cerca, el cine -o cualquier otra salida nocturna- no ha sido una actividad frecuente en mi casa durante los últimos cuatro años). Así que disfruté viendo películas… y jugando Tetris. Yo tenía como 20 años que no jugaba Tetris!

De todas maneras, después de 8 horas de vuelo a Madrid, tres de espera en Madrid y otra de vuelo de Madrid a Barcelona, estábamos todos agotados.

En el aeropuerto nos esperaban mis suegros y dos de mis cuñados. Mi suegra quiso tomarnos fotos cuando salíamos de recoger las maletas y se presentó un guardia de seguridad del aeropuerto y la hizo borrar las fotos que había tomado. Gran escena entre el guardia y uno de mis cuñados porque no había ninguna indicación de que no estaba permitido tomar fotos! Como dicen los españoles, mi cuñado se cabreó! Para nada, porque mi esposo hizo como que las borraba pero no borró nada. Así mi suegra pudo conservar el recuerdo del momento exacto de la llegada del último hijo que faltaba por mudarse a Barcelona.

Ni mi suegro ni mis cuñados conocían la zona de Barcelona donde decidimos quedarnos, por lo que dimos mil vueltas buscando la dirección. Cuando finalmente llegamos, la dueña del apartamento tardó cerca de quince minutos en bajar. Y nosotros parados en ese frío… porque aunque se supone que ya es primavera, Barcelona nos recibó con un frío invernal para el que no estábamos preparados. Y no estoy hablando sólo de la preparación psicológica que hubiera requerido pasar del delicioso sol de primavera de Miami al invierno Barcelonés, sino a los abrigos que hemos debido traer en las maletas, en vez de enviarlos en las cajas por barco con el resto de la mudanza. Gracias a mi suegra que salió al rescate y trajo abrigos para mis tres hijos.

Y no sólo abrigos, mi suegra se presentó también con una comida completa que nos alimentó a todos. Digo, nos alimentamos cuando finalmente pudimos entrar al apartamento, porque cuando bajó la dueña no pudimos pasar porque a mi esposo se le había olvidado que había que pagar el alquiler completo al llegar. Tuvimos que esperar hasta que José regresó del cajero automático con el dinero del alquiler y el de la fianza. Yo no lo podía creer, ahí estábamos pasando frío con mis tres hjos pequeños, muertos de sueño y de hambre y la señora no nos quiso dejar pasar para esperar a mi esposo adentro porque las reglas eran las reglas. Había que pagar antes de entrar.

Bienvenidos a Barcelona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario